miércoles, 9 de octubre de 2013

Tema 3. Los Reinos Cristianos: Origen y evolución territorial.

Hola, aquí os dejo el resumen de TEMA 3 de historia.
En total son 2 hojas de documento de word, o sea que tiene directamente la extensión que tendrías para escribir en el examen de la PAU.


Aquí dejo el link con la descarga directa del documento en "Mega".Aquí abajo dejo el resumen por si quieres echarle un vistazo antes de descargarlo.


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TEMA 3. LOS REINOS CRISTIANOS: ORIGEN Y EVOLUCIÓN TERRITORIAL

Origen y formación.
La reconquista es la conquista paulatina por parte de los reinos cristianos del norte peninsular del territorio de Al Andalus, alegando tener derecho al ser los descendientes legítimos de los visigodos.
Entre los siglos VIII y X los cristianos se dedicaron a resistir el avance islámico y a expandirse por zonas despobladas. Sin embargo, a partir del siglo XI iniciaron una política más ambiciosa motivada por: el cobro de parias a los reinos de Taifas, la desaparición del califato de Córdoba, el crecimiento demográfico cristiano y la mentalidad de cruzada contra los musulmanes.

El reino astur fue el primer núcleo de resistencia. Estaba ubicado en torno a Cangas de Onís bajo el mando de figuras como Pelayo (que obtuvo una fulgurante victoria en los lagos de Covadonga, 722), Alfonso I (ocupó Galicia y parte de la submeseta norte), Alfonso II (repobló Galicia) y Alfonso III (que amplió las fronteras hasta el río Duero). Así se originó el reino de León, formado por Asturias, Galicia, León y el condado de Castilla. Éste último se independizó de la mano de Fernán González en el siglo X, con Fernando I como rey.
El reino de  Navarra se independizó de los francos gracias a Iñigo Arista, cuya dinastía fue depuesta por Sancho Garcés, apoyado por Alfonso III de León (que quería frenar a los Beni Cassi, dinastía emparentada con los Arista). Sin embargo, alcanzó su máximo apogeo en el siglo XI con Sancho III El mayor, que incorporó los territorios de Sobrarbe y Ribagorza, Castilla y algunos territorios del reino de León. A su muerte repartió el reino entre sus hijos de la siguiente forma: el reino de Navarra fue heredado por García Sánchez II, Fernando I recibió el condado de Castilla, Gonzalo heredó los condados de Sobrarbe y Ribagorza y Ramiro I recibió Aragón (que se había independizado de los francos con Aznar Galíndez). Los condados catalanes que componían la Marca Hispánica Carolingia alcanzaron su independencia gracias a la labor de Wilfredo el Velloso, que creó una dinastía y un condado.
La expansión de los reinos cristianos.
Desde mediados del siglo XI y hasta la mitad del siglo XIII los cristianos ampliaron su espacio geográfico a costa de los musulmanes, que estaban realmente debilitados por la crisis de los reinos de Taifas. Para el siglo XIII ya estaba conquistado el litoral mediterráneo (para Aragón), la meseta y el valle del Guadalquivir (para Castilla). En este etapa se firmaron alianzas entre los reinos cristianos como el tratado de Tullidén (1151) entre Castilla-León y Aragón en el que se delimitaban las zonas de conquista en el levante.
Más tarde, éste fue modificado por el tratado de Cazorla (1179) por el que Aragón renunciaba al reino de Murcia a cambio de dejar de obedecer en exceso a Castilla. Otras veces los reinos cristianos confabulaban contra Castilla a causa de su superioridad, aunque en momentos puntuales como la invasión almohade, se producía una estrecha colaboración, dando lugar a grandes victorias como en las Navas de Tolosa (1212), que permitió que los cristianos  controlaran las comunicaciones del valle del Guadalquivir con la meseta.

En relación a la expansión, Fernando III El Santo unificó Castilla y León. Alfonso X El Sabio completó sus territorios con Murcia (cedida por Aragón), el valle del

Guadalquivir y Cádiz. Para evitar disputas territoriales entre Aragón y Castilla-León se firmó en 1244 el tratado de Almizra.
Portugal se declaró independiente con Alfonso Henríquez.
Navarra se vinculó a la corona francesa.
A mediados del siglo XII, Ramiro II (de Aragón) casó a su hija Petrolina con Ramón Berenguer IV produciéndose así la unión castalano-aragonesa. Años más tarde, Jaime I El Conquistador renunció al Midí francés (tratado de Corbeil , 1258), comenzando la expansión aragonesa por los Pirineos, Al-Andalus (más concretamente por Valencia y Murcia) y el Mediterráneo (islas Baleares, Cerdeña, Sicilia, Nápoles y Grecia) . Jaime I manejó una sublevación mudéjar en Murcia y le entregó el reino a su yerno, Alfonso X El Sabio.
A finales del siglo XIII los reinos peninsulares se estructuraron en dos bloques: Castilla-León y Aragón. La problemática entre ambos por establecer la frontera en Murcia quedó resuelta en el tratado de Torrellas-Elche (1305). A partir de ahí el interés se fijó en el control del estrecho para impedir invasiones como la Benimerín (que fue aplastado en la batalla de Salado, 1340).
Los reinos peninsulares en la Baja Edad Media (XIV-XV).
A mediados del siglo XIV se dio lugar en los reinos peninsulares una gran crisis provocada por el hambre y las epidemias de peste que desembocó en un endurecimiento de las condiciones de vida de la población. Además, los reyes sentaron  las bases de las futuras monarquías autoritarias perdiendo el apoyo de la nobleza, que comenzó a sublevarse contra ellos.
La corona de Castilla experimentó dos guerras civiles. La primera entre los hijos de Alfonso XI: Pedro I El Cruel y Enrique II El Bastardo. Como la ganó el segundo, se inició la dinastía de los Trastámara. Su sucesor, Juan I tenía ambiciones en Portugal que al final no llegaron a cumplirse. Juan II tuvo diversos enfrentamientos con los nobles castellanos y los infantes de Aragón. El siguiente en la línea de sucesión fue Enrique IV de Trastámara, que al no tener hijos legítimos tuvo que nombrar como reina a su hermana Isabel.
Ésta se casó con Fernando de Aragón y se originó una nueva guerra civil entre sus partidarios y los de Juana La Beltraneja (hija de la esposa de Enrique IV con Beltrán). Esta batalla acabó con el tratado de Alcaçovas, en el que se alzó Isabel I como reina de Castilla. En el siglo XIV aún no había sido conquistado el reino nazarí de Granada.
Los abusos de la nobleza dieron lugar a conflictos como los Irmandiños de Galicia y las persecuciones contra los judíos. La economía castellana se basaba principalmente en la agricultura y la ganadería.
 En la corona de Aragón había una confederación de reinos (con sus propias leyes e instituciones pero bajo un mismo rey). Destacó el reinado de Pedro IV El Ceremonioso (que tras enfrentarse a los nobles les quitó sus privilegios) y el de Fernando I (elegido rey por votación gracias al compromiso de Caspe tras la muerte de Martín El Humano sin descendencia). Juan II tuvo una disputa con el hijo de su mujer, Carlos de Viana, por la sucesión de Navarra. Sin embargo, la prematura muerte de Carlos puso en el trono a Fernando II, hijo de Juan II, que se casó con Isabel La Católica. Hubo movimientos sociales como el de los payeses de remensa (campesinos y artesanos). Otro conflicto de carácter urbano fue la lucha por el gobierno de Barcelona entre la busca (maestros, pequeños artesanos y comerciantes) y la biga (grandes mercaderes y rentistas). Por ello la capital económica de la corona de Aragón se trasladó a Valencia.


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